Récord del Mundo
Realizado el 18 de septiembre de 2010

Canal cruzar por Philippe Croizon

  • Disciplina : Deporte acuático > Natación
  • Handicap : Amputation des quatre membres
  • Establecido por : Philippe Croizon
  • Nacionalidad : Francès
  • Lugar : La Manche

¡ Victoria ! Después de dos años de activa preparación que, en el momento más intenso de mi entrenamiento, suponía que nadara durante 35 horas semanales, o sea 280 km mensuales, por fin llegó el gran día el sábado 18 de septiembre de 2010. Al amanecer, Suzana mi novia, Valérie mi entrenadora, Arnaud mi médico, Jacques Tuset y Arnaud Chassery (que ya lograron cruzar la Mancha) y yo subimos a bordo del barco de pesca pilotado por Peter Reed y su hijo. Nos acompaña también un agente judicial francés mandado por eHandicapWorldRecords, para oficializar la travesía. (Photos : Alain Marecaux - Huissier de Justice) Primero navegamos hacia la playa de salida. En camino Suzana y Valérie me van preparando. Efectúan los mismos gestos repetidos a lo largo de los dos años : colocan las prótesis, me untan con grasa, cierran el traje, me ponen la gorra, las gafas y el tubo de buceo. ¡Ahora estoy listo para el gran desafío! Gracias a una sábana traída del hotel, mis amigos me bajan del barco al elemento que he de conquistar: la Mancha. Una vez en el agua, primero nado hacia la playa para sentarme en la arena ya que está previsto que se efectúe así la salida. A las 06h50, hora de Inglaterra, me dan la señal de salida y empiezo la travesía : avanzo valiéndome de las aletas mientras mantengo el equilibrio con un movimiento rápido de mis brazos amputados. Muy pronto veo que no acato las consignas de mi entrenadora. Había de mantener un ritmo cardíaco de 110/120 pulsaciones por minuto pero con la corriente y la adrenalina llego a 130/150 pulsaciones y esto no cambiará hasta el final. La temperatura es de 14,2°, hace buen tiempo y el viento sopla a 10 km/hora. Al cabo de la primera hora, sólo tengo recorridos 2 kilómetros.. La jornada amenaza con ser larga pero mis acompañantes no dejan de alentarme. Cada media hora se turnan para avituallarme con un sistema ideado especialmente para esta empresa : cuatro cantimploras colocadas en unos huecos hechos en un flotador con forma de V al revés. Con este sistema puedo elegir el tipo de avituallamiento. De golpe, después de nadar tres horas, los miembros de mi equipo viven un momento feérico : 6 delfines nadan a mi lado. Nadarán así durante más de 5 minutos, como si quisieran animarme. Todos estamos sorprendidos, hasta los pilotos del barco acostumbrados a navegar todo el año. Por primera vez ven delfines en esos parajes. ¡Es mágico, excepcional ! Ya no hay viento y el mar está tranquilo. Las pocas olas son consecuencia de los cargueros. Pero las corrientes empiezan a bajar desde el mar del Norte hacia el Atlántico y me empujan hacia las costas francesas a una velocidad muy superior a la prevista. Vamos « volando » rumbo al cabo Gris Nez. Al atardecer, el viento vuelve a soplar a unos 15 km/hora y hay marejada. Las costas francesas están cada vez más próximas y todos me animan. Pero decae la luz del día y dejo de vislumbrar a lo lejos los acantilados. A pesar de la oscuridad sigo nadando sin descanso. Mi único punto de referencia es el barco y de golpe me advierten de que tengo que acelerar si quiero salvar la « barrera » de corriente. Por lo visto, si no acelero no podré alcanzar el cabo Gris Nez, y en tal caso tendría que intentarlo de nuevo el año próximo. ¡ Ni hablar, imposible ! Entonces Jacques y Arnaud saltan al agua para protegerme. Está previsto un avituallamiento pero me dicen : « no nos detengamos más, no queda avituallamiento, acelera y síguenos ».Seguimos avanzando pues en la oscuridad hacia los acantilados del cabo Gris Nez. Es durísimo, tengo que resistir y veo, al mirar el faro, que la corriente nos desvía peligrosamente. Noto el cansancio pero resisto. Me alientan, los oigo pero estoy en hipoxia por el ritmo infernal y siento que mi corazón va a estallar. Oigo las olas contra las rocas pero no se ve nada y el sitio parece muy peligroso. Los barcos no pueden acceder ahí. A mi izquierda no quedan más que 50 metros de acantilados. Tengo que alcanzar la tierra cuanto antes, si no la corriente me arrastrará y ¡habré fracasado!. De pronto Jacques grita de alegría y gritando otra vez me explica que está tocando las rocas con las rodillas. No me queda más que sentarme. ¡Ya está! Acabo de comprender que mi sueño se ha hecho realidad : ¡cruzar la Mancha a nado! Me siento, grito y alzo los brazos al cielo en señal de victoria. Con los ojos busco al agente judicial para asegurarme de que él también vio que había llegado. Pero me falta tiempo para celebrar el momento porque, de golpe, una fuerte ola me levanta y empuja bruscamente hacia las rocas. En un reflejo fantástico, Jacques ase una de mis aletas y me detiene cuando estaba a punto de chocar contra las rocas. En el acto Jacques, mi salvador, Arnaud y yo nos alejamos de esa zona peligrosa y nos refugiamos en una zona más tranquila a unos metros de la orilla. Ahora, por fin puedo saborear mi éxito con mi familia y mis amigos, a mi lado para felicitarme. Entonces oigo a mis dos hijos que gritan desde lo alto de los peñascos, a voz en cuello : « ¡Papá, te queremos, eres el más fuerte! ». Ya no puedo resistir la presión acumulada a lo largo de la jornada y prorrumpo en sollozos… He vivido con mi equipo grandes momentos que quedarán grabados en mi memoria. Pero lo que más recuerde será el momento en que llegué, movido por la voluntad de triunfar. Esta victoria la debo a mi motivación, a dos años de preparación drástica, pero también a todo el equipo que me apoyó y no dejó de animarme : mi familia, mi entrenadora, la ciudad de Châtellerault y todas las personas que creyeron en mí y me comunicaron su energía. Finalmente, para cruzar la Mancha, nadé durante 13 horas y 23 minutos y recorrí 38 250 metros. Esta marca se explica por las condiciones meteorológicas muy buenas y excelentes pilotos de los barcos. Mi mayor agradecimiento a Suzana : sin su Amor y su fuerza, esta gran aventura humana no habría sido posible.

Le récord en imágenes