Mi viaje para ser el primer cuadriamputado en escalar el Cervin comenzó hace 5 años. Hasta aquella fecha yo llevaba unos diez años escalando montañas sin los pies y las manos, superando mis límites una y otra vez. Pero escalar el Cervin, la cumbre más afamada de los Alpes, un icono difícil, no me lo había planteado en ningún momento. Un día, esquiando en otra parte de Suiza, lo vi a lo lejos, centelleando como un diamante sin tallar y aquella visión encendió una como chispa en mí. Poco a poco la idea se fue imponiendo en mi mente y, sin que yo fuera consciente de ello, pasó a ser un sueño abrasador.
Ahora tenía un sueño y sabía exactamente qué hacer : ir trabajando para que se plasmara, etapa tras etapa.
No ha dejado de sorprenderme cómo, dándote pequeños desafíos y superándolos uno tras otro, puedes alcanzar un objetivo lejano. Sin embargo no todo fue un camino de rosas. Todo lo echó al traste una tragedia, cuando el amigo que había de acompañarme murió en el Mont Blanc. En un primer tiempo desistí casi completamente de todo. Pero, ¡ no podía abandonar aquel monte ! Un año más tarde, con una condición física óptima, acompañado por un equipo fílmico, fui acercándome a la difícil cresta del Hörnli sin poder llegar a la cumbre, 250 metros más arriba, por falta de tiempo. A pesar de los muchos esfuerzos para llegar hasta allí, tan cerca de la cumbre, tomé la decisión más difícil de mi vida : bajar. Amenazaba una tormenta y acaté los consejos prudentes de Ed Visturs que iba delante : « Llegar a la cumbre es una opción, bajar una necesidad ». Sabía yo que tomaba la buena decisión.
Al año siguiente estaba otra vez en los Alpes pero el tiempo no era propicio. Al siguiente tampoco fue posible. La duda empezó a hacer mella en mí. Con todo, decidí intentarlo otra vez, la última. Y todo fue sobre ruedas : tras una planificación óptima, bien preparado y entrenado, las condiciones meteorológicas estaban perfectas. Me levanté a las 5 de la mañana y, maravillado y en la gloria, a las 11 pisaba con mis pies de fibra de carbono aquella cumbre, aquella minúscula cresta de roca y nieve.