El día 14 de enero, el buggy de Philippe Croizon pasó la línea de meta en Buenos Aires. Esta edición del Dakar 2017 fue un infierno para el piloto cuadriamputado pero él nunca renunció. Fue el primero en levantar tal desafío.
Rio Cuarto, sábado 14 de enero. A las 10h28, el buggy de Philippe Croizon pasa la línea de meta de la última Especial en 35a posición. Lo que acaba de hacer con la ayuda esencial de su copiloto, Cédric Duplé, y de todo el team Croizon-Tartarin, es una auténtica proeza. No lo dice él pero sí cuantos siguieron sus peripecias a lo largo de este Dakar. Philippe Croizon se dio a conocer cuando cruzó la Mancha a nado. Pero el agua nunca ha apagado aquel temperamento fogoso y el nadador se ha vuelto piloto.
Hasta 66°C en el habitáculo.
Durante 11 etapas fue más allá de sus límites y aguantó más de lo que jamás había imaginado. Estaba sobre aviso pero en realidad este mítico rally automovilístico resultó peor que en sus peores pesadillas. Philippe gusta mucho de reír pero a menudo flaqueó, incluso lloró a veces, pero nunca renunció. Siempre su moral de acero compensó las debilidades de un cuerpo que, hace 20 años, fue víctima de una terrible electrocución. Las secuelas son muchas, entre ellas el que ya no puede regular su temperatura corporal. Así que cuando el sol calentaba la carrocería haciendo subir la temperatura hasta 66°C, Cédric tenía que echarle agua para refrescarle. Además, ya que no podía erguirse apoyándose en las piernas, no podía cambiar de posición, quedándose embutido en su asiento moldeado. Esta contención era un calvario al cabo, a veces, de más de 14 horas de carrera en un mismo día. Sin hablar de la falta de oxígeno en Bolivia a casi 5000 metros de altura en la Cordillera de los Andes.
Problemas en serie.
En esta su primera participación se multiplicaron los problemas mecánicos. Ya en la primera etapa su buggy hubo de ser remolcado durante más de 160 km por el vehículo de Yves Tartarin, su team manager. Y una larga lista de problemas mecánicos : fuga en la bomba hidráulica, avería eléctrica, problemas con el minimando, con la dirección asistida, la caja de cambios y el arranque… lo cual le obligó a ceder su puesto al copiloto en algunos trozos de algunas etapas. Frente a tanta adversidad ironiza Philippe : « No tuvimos que afrontar un gato negro sino una pantera negra ». Descontando los elementos que hicieron aún más excepcional su proeza : una lluvias torrenciales y unos corrimientos de lodo obligaron al camión de asistencia a desviarse del recorrido de enlace y privaron al equipo de cualquier asistencia mecánica durante 48 horas.
La victoria de todo un equipo.
El Dakar son jornadas de nunca acabar, noches sin dormir, polvo, sal y sudor. Pero son también unos paisajes que te dejan boquiabierto y que admiras fugazmente a pesar de la velocidad y la concentración. Y al final es la victoria de todo un equipo sin el cual nada hubiera podido ser. « Es un Everest alcanzado por todo el team : Cédric, mi copiloto, Yves Tartarin y su copiloto Stéphane Duplé (hermano de Cédric). Los mecánicos sufrieron mucho también teniendo que reparar el coche hasta altas horas de la noche. ¡ Quedaron agotados !
¡ Ha alcanzado un nivel muy alto !
Cada mañana, al despertar, Philippe se decía : « ¡ A por todas ! » y lo consiguió… El público se interesó mucho por este participante atípico, que a lo largo de los 13 meses de preparación no dejaba de afirmar : “Todo es posible”. Nasser al Attiyah, campeón del mundo de rallies, que tuvo que abandonar víctima de un choque con una roca en la 3a etapa, a pesar de su decepción no dudó en animar a Philippe algunas semanas después de ayudarle a costear su empresa. Yves Tartarin, que cuenta con 19 Dakar en su haber, confesaba a un canal televisivo : « Nunca pude imaginar que alcanzaría tal nivel ».
Una sola obsesión : ¡ Buenos Aires !
Lo que obsesionaba a Philippe era llegar a la capital argentina. No le importaba en cuánto tiempo, pero, eso sí, ¡ quería llegar ahí, ser uno de ellos ! Al cabo de 8823 km ha llegado a formar parte de los pocos que llegaron a meta en el Dakar. « En el podio pensé en todos los que confiaron en mí, los socios, los patrocinadores y todos los miembros del equipo que me permitieron llevar a bien este desafío algo loco. Sentí una alegría inmensa. Esta aventura superó todo lo que había imaginado en cuanto al sufrimiento físico y moral. Estoy muy orgulloso del resultado “, concluye él. En la categoría de los coches, de los 79 que salieron sólo quedaban 53 en Buenos Aires. En la clasificación general, la pareja Duplé-Croizon ocupa el puesto 49 y la pareja Tartarin-Duplé, el 47.