141 438 metros recorridos remando en un ergonómetro

141 438 metros recorridos remando en un ergonómetro = un nuevo récord mundial en la categoría del deporte paralímpico.

Metro tras metro, hora tras hora, voy a remar durante 24 horas para un estreno mundial y no voy a dormir más que ¾ de hora con algunas pausas para comer y cobrar fuerzas.

Hace calor, un calor agobiante a pesar del cenador que me protege.Ya en los primeros minutos estoy sudando un montón y decido beber agua cada 5 km, o sea más o menos cada media hora. Después de remar durante 10 km me detengo para dar unos pasos, beber una cerveza y comer un plátano. Cada 2 horas me como un plato de pasta y eso hasta los 100 km porque, luego, me resulta imposible comer lo que sea, excepto plátanos.

¡Vaya reto el que me he lanzado! Sin poder valerme de ninguna referencia y sin ninguna preparación específica para este tipo de esfuerzo.

Después de 50 km decido pararme durante 2 horas y media. El calor me agobia y me encandila el sol de cara…. Se me va insinuando la duda pero en seguida pienso en el anochecer y en el frescor que no dejará de acompañarlo.

A las 22h30 decido continuar pero todo está a oscuras y no veo nada, no consigo ver la pantalla PM3 de mi ergonómetro Concept 2 ni saber el ritmo que llevo y la distancia que recorro.

Después de media hora por fin tengo luz y puedo reemprender la marcha. Tengo que reducir la velocidad y adopto el ritmo de 2 minutos 45 por cada 500 metros.

Me duelen los antebrazos y la espalda me indica que voy a pagar cara la falta de entrenamiento. Sin embargo en menos de 12 horas recorro 75 km y en 13h 17mn alcanzo los 100 km. Pero los dolores son cada vez más intensos y cuando vuelvo a remar después de un descanso tengo que limitarme a 3mn por 500 metros.

Resulta duro para la moral, pero sé que hay que resistir, pues continúo pero me paro a menudo para beber.

A las 8 de la mañana me anuncian que ha llegado un cinesiterapeuta ¡Qué ilusión tener un buen masaje para seguir adelante !

Tengo los antebrazos y la espalda durísimos y un dolor intercostal. Después del masaje ha mejorado la espalda pero el dolor abdominal y de los antebrazos no se han ido y no se me irán. Además tengo ampollas en las manos sin siquiera haberme dado cuenta.

Aconsejado por un amigo me echo una siestita pero, después, ¡qué difícil es arrancar de nuevo ! Pero sé que cuando alcance los 100 km, ¡será genial !

100 km, una distancia que no todo el mundo puede alcanzar, bien lo sé. Estoy feliz al superarlos.

Sabía que sería difícil pero es lo que a mí me gusta. Y a pesar de no estar bien preparado, tengo la mentalidad que requiere este tipo de desafío.

Durante estas 24 horas me animaron un montón y conforme avanzaba fui sintiendo aún más esa presencia humana.

Esas 24 horas en teoría suelen ser para que corran los participantes pero le había propuesto al organizador que, en vez de correr, yo remase para ayudar a la Asociación Quentin. Recién recuperado de una lesión y con sobrepeso, yo no era capaz de correr, así que le propuse este desafío.

Y ¿ qué importa el correr o el remar si lo importante es hacerlo por aquellos que no pueden ? ¡Lo bonito de la cosa es hacerlo!

Por más que tiraba de los remos y tenía el objetivo de llegar a los 150 km en 24 horas, ahora sé que era un reto enorme, por encima de mis posibilidades del momento. Cuando sólo quedaba 1 hora , estaba que no podía más, pero continué aunque sabía que no alcanzaría mi objetivo.

Los últimos kilómetros los hice uno tras otro, al ritmo de 1mn 45 por 500 metros, luchando, movido por la rabia, aislándome de los demás, yo solo frente a mí mismo.

Con todo, sé que he hecho algo valioso y sobre todo soy el primer remero minusválido en haber realizado tal marca.

« La marca es lo de menos, lo importante es la pasión generada por la voluntad, las cuales le permiten a uno dar lo mejor de sí »